El astro argentino Lionel Messi, con las luces de su talento encendidas a pleno, condujo el domingo a Argentina a una goleada ante Uruguay 3-0 en Buenos Aires, que despeja la ruta albiceleste en camino al Mundial de Catar-2022.
Un gol involuntario de Messi al lanzar un centro que se metió en el arco, a los 38 minutos, y otro de Rodrigo De Paul, a los 44, quebraron la dura defensa de la Celeste. Lautaro Martínez aumentó a los 62, en el estadio Monumental, ante 35.000 aficionados, con aforo limitado por la pandemia de coronavirus.
Argentina (22 puntos) se consolidó como escolta del líder Brasil (28). Uruguay (16) se mantuvo en el cuarto puesto, último que otorga una plaza directa. La Albiceleste aumentó a 24 sus partidos en condición de invicto.
Al completarse el jueves la triple fecha, los argentinos jugarán con Perú en Buenos Aires y los uruguayos con Brasil en Manaos.
Rounds de estudio
Las apariencias engañan. Parecía un partido cerradísimo, tenso, cerebral como si jugaran al ajedrez.
Argentina tenía la posesión del balón y Uruguay lo esperaba con un candado defensivo que hubiese sido la envidia de aquel famoso cerrojo que tenía el sello de Suiza.
La línea de tres zagueros de los charrúas era sólo un engaño táctico. Era la última trinchera en el camino al arco de Fernando Muslera, con Sebastián Coates, Ronald Araújo, Diego Godín.
Pero en las bandas había portones de hierro, con los cancerberos Nahitán Nández y Matías Viña. El vallado en el medio lo completaban Federico Valverde, Matías Vecino y Nicolás de la Cruz.
Más arriba se situaban Luis Suárez y Brian Rodríguez, pero nada de quedar aislados. El esquema tomaba rápidamente forma de bandoneón. En bloque atacaban por sorpresa.
La Albiceleste jugaba su frecuente tiki-taka. Lento en la salida y con la idea de cambiar de ritmo a todo vapor cuando la pelota le caía a Messi.
Se asociaban en la creación Gio Lo Celso y Rodrigo De Paul con Leandro Paredes. Lanzaban sus diagonales Lautaro Martínez y Nicolás González.
Subían por los laterales Nicolás Tagliafico y Nahuel Molina. En el fondo se distribuían Nicolás Otamendi y Cristian Romero para cerrar los surcos que pudiesen abrirse rumbo a la valla de Emiliano Martínez.
Emoción por ráfagas
Súbitamente aparecieron ráfagas de talento. Tres veces lo tuvo Suárez a su merced a 'Dibu' Martínez. Dos latigazos suyos a quemarropa fueron conjurados por los reflejos del guardameta. Otro furibundo disparo del 'Pistolero' dio en un poste.
Los argentinos también quebraron la monotonía. 'Torito' Martínez se lo perdió en la puerta del arco dos veces. Messi metió uno de sus zurdazos mágicos pero la trayectoria halló una pierna en la ruta a la red.
Lo lento, ajustado y pensado del juego se convirtió como por hechizo en fiesta de emociones. En un partido para verlo de pie. Gio Lo Celso se filtró, eludió a Muslera y reventó el travesaño desde ángulo cerrado.
El primer gol fue una de esa mezclas de azar, distracción, fortuna e ironía que tiene el fútbol.
Messi le metió un pase elevado al corazón del área a la entrada de Nico González, quien al pifiar el remate confundió al arquero y a la defensa que vieron a la pelota entrar como pidiendo disculpas. Casi un 'blooper'.
En esos momentos de algún desconcierto en el disciplinado dispositivo uruguayo apareció otro destello ofensivo albiceleste. La paradoja es que hubo otra 'pifiada', una de Martínez. La pelota quedó servida en bandeja para De Paul, quien anotó con remate rasante.
El 2-0 no fue inexplicable pero también pudo haber sido al revés por los tres tiros de gol que no pudo festejar Suárez.
Reacción tardía
La reacción del DT uruguayo Óscar Tabárez fue mandar a la cancha a su segunda arma de destrucción masiva, Edinson Cavani, entre otros cambios tácticos para dar vuelta el resultado. Tal vez ya era tarde.
Messi se encendió con sus mejores luces. Hacía estragos dentro del área. En una de esas maniobras en que tiene la pelota convertida en parte de su botín izquierdo, abrió hacia De Paul y su centro clásico hacia al medio lo conectó Martínez con el arco a su disposición.
Tras su error en el tanto de Messi, Muslera empezó a ser el hombre que evitaba una goleada peor. Le ahogó dos veces el grito de gol al ingresado Ángel Di María. Habían ingresado en Uruguay también Joaquín Piquerez, Lucas Torreira, Darwin Núñez y Gio González. Pero ya era demasiado tarde.
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