El FC Barcelona no falló en Balaídos, donde exhibió su pegada, con un triplete de Lewandowski y otro gol de Lamine Yamal, para tumbar a un combativo Celta (2-4) y marcharse al parón liguero a solo tres puntos del Real Madrid, que horas antes había empatado con el Rayo en Vallecas.
El plan inicial de Hansi Flick se alteró en el calentamiento con la baja de Casadó. Fue el único contratiempo en una lluviosa noche iluminada por un primer tiempo brillante, trepidante, de ritmo alto, con numerosas ocasiones de dos equipos verticales. Balaídos presenció un delicioso espectáculo futbolístico.
La primera mitad fue una cena con diamantes. El Barcelona fue fiel a su idea de asumir riesgos con la defensa colocada cerca del centro del campo. Ese planteamiento lo descosió el Celta con pases veloces y desmarques. La batalla táctica fue brillante. Pero la paz la trastocó la sala VOR, que mandó a Javier Alberola a revisar en el monitor una mano de Marcos Alonso que desvió un tiró de Fermín. Pocos se habían percatado. Revisión arbitral, penalti y gol de Lewandowski.
Ese gol anticipó el vendaval. Sucedió todo a una velocidad de vértigo. Rashford se plantó solo ante Radu, que evitó el gol en el mano a mano. Acto seguido, el Celta tronzó la defensa del Barcelona: Carreira hizo la pared con Borja Iglesias, recorrió cuarenta metros y cruzó un disparo inalcanzable para Szczesny. La defensa adelanta de Hansi Flick volvió a quedar retratada.
El Barcelona, que acumuló casi todo su peligro por el desborde Rashford a Mingueza, apretó. Avisó con una triple oportunidad, que nació en un error defensivo de Marcos Alonso: un tiro de Fermín que sacó Moriba, un lanzamiento al poste de Rashford y un disparo de Lewandowski que paró Radu. Siguió el acoso con una volea de Fermín. Y lo cerró con un centro de Rashford que Lewandowski, apareciendo entre los centrales Starfelt y Marcos Alonso, remató a gol en el área pequeña.
El Celta reaccionó con rapidez a cada golpe del rival. Solo pasaron cinco minutos hasta el empate. Tenía clara la idea. Con los movimientos de Borja Iglesias o los jugadores de banda hizo añicos la defensa adelantada del Barcelona. Cuando Balde liberó su zona para presionar, por ese espacio apareció Ferrán Jutglá, perseguido por Cubarsí. Borja Iglesias acompañó la jugada. Esperó al borde del área el pase de Jutglá. Le llegó la pelota e inventó un cañonazo fantástico.
El Celta castigó los desajustes defensivos del Barcelona. Rashford castigó continuamente a Mingueza. Fue una pesadilla para el defensor celeste, poco escoltado por Manu Fernández. El inglés volvió a ganar el último duelo unos minutos antes del descanso. Se fue de Mingueza, centró y Lamine Yamal, que apenas había aparecido, cerró con gol el hermoso primer tiempo.
Claudio Giráldez reforzó su banda derecha con Javi Rodríguez para tratar de cerrar la brecha de Rashford. Sentó a Mingueza. Pero todo fue distinto durante la segunda mitad. El ritmo bajó. El Barcelona se apoderó de la pelota. Controló al Celta desde la posesión. Dominó. No sufrió ninguna aproximación sobre Szczesny. Nada sobresaltó a Hansi Flick, que hizo el primer cambio en el minuto 85.
La superioridad del Barcelona se plasmó en un córner. Mostró a sus dos jugadores desequilibrantes: un centro de Rashford, un potente cabezazo académico de Lewandowski. Era el tercer tanto del delantero polaco. No necesito mucho más el equipo de Hansi Flick. Tuvo el control absoluto. El Celta quedó bloqueado, nulo en ataque, errático a veces en defensa, como el robo en los minutos finales de Fermín a Marcos Alonso, un balón que acabó con un lanzamiento al poste de Lamine Yamal para finiquitar el partido.
