En la tranquila localidad de Querrien, al oeste de Francia, crece una historia con acento hondureño que empieza a brillar en los campos de fútbol. Se trata de Paul Le Jeune Laboriel, un joven delantero nacido en La Ceiba, Atlántida, el 8 de abril de 2010, cuya pasión por el fútbol combina la disciplina francesa y la fuerza de sus raíces catrachas.
Hijo de Dania Laboriel y de Pierre Le Jeune, Paul combina la energía de Honduras con la rigurosidad europea. Desde pequeño mostró talento, comenzando su formación en el Club de St. Thurien a los seis años y luego destacando en Locunolé Sport, donde jugó con chicos mayores gracias a su instinto goleador y velocidad en el campo.
El fútbol corre por su sangre: su abuelo, Pedro Colón, fue exfigura del Motagua, y su tío, Marlon “Machuca” Ramírez, recientemente convocado a la Selección de Honduras, también le heredó ese ADN competitivo.
A los nueve años, Paul enfrentó dolores de crecimiento que lo alejaron de la cancha por un año, pero la disciplina no desapareció: trabajó su fuerza y técnica con un entrenador personal. Ese esfuerzo lo llevó a consolidarse en la U-16 del US Concarneau, un club de la tercera división francesa, donde ha demostrado talento y madurez más allá de su edad.
La temporada pasada, Paul se convirtió en máximo goleador de su equipo y ayudó a conquistar el campeonato U16 Regional 1 Bretagne. En la final frente al Stade Rennais, una de las academias más fuertes de Europa, anotó un gol y dio una asistencia decisiva.
Hoy, sus números continúan impresionando: 10 goles en 6 partidos en el inicio de temporada y tres títulos consecutivos respaldan su trayectoria. Pero más allá de las estadísticas, su meta más grande sigue siendo clara: representar a Honduras, su tierra natal.
El contacto con profesionales como Alberth Elis, mientras entrenaba en el FC Girondins de Bordeaux, reforzó su ilusión. “Hablar con él fue increíble, un ejemplo a seguir”, confiesa Paul Le Jeune, con la mirada puesta en el horizonte y la camiseta de La H en sus sueños.
