Se están definiendo rivales de nuestra selección de fútbol para las fechas FIFA que restan de este casi malogrado 2020. Serán ensayos y pruebas que dejarán alentadoras y más claras conclusiones para el intenso 2021 que nos aguarda.
El cuerpo técnico ya estará depurando el grupo de futbolistas de la actividad local a los que deberán sumarse aquellos que actúan en el exterior. Y seguramente el mes de marzo del año entrante ya le concederá la muy firme posibilidad de estrechar la lista de convocados y “afinar” el lápiz al momento de definir a los más serios candidatos para comenzar la fase de juegos oficiales .
Antes que se conozcan los eventuales rivales de octubre y/o noviembre, ya han surgido las habituales críticas y quejas de quienes lamentan que los adversarios sean casi los mismos de siempre (El Salvador, Guatemala, Ecuador…).
Los “plañideros” de siempre, autoproclamados controversiales y “valientes” carecen de fundamento (como suele suceder con esta raza de genes confundidos) cuando cuestionan el nivel de los contrincantes o la frecuencia de amistosos que disputan.
Ignoran alegremente el trabajo científico y profesional de los entrenadores y “cacarean” sabiduría en el momento de descalificar.
Sean quienes sean las selecciones que enfrentarán a Honduras, juegue donde juegue nuestro representativo, lo más relevante, lo más significativo y esencial para Coito y sus compañeros entrenadores, serán las conclusiones que esta pequeña parte del proceso les va a dejar.
Ni siquiera influirán los resultados o marcadores de esos eventos. Quedará lo medular, el contenido por encima de la cáscara, la convicción para afirmar el proyecto, la certeza necesaria para que los futuros pasos sean firmes.
Lo demás … ¡sale sobrando !