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¡Qué hermoso es el fútbol! Que linda sensación vivir otra final más en el estadio Nacional, ahora llamado como el "Chelato Uclés". Pero es más lindo disfrutar de buen fútbol. De un juego eléctrico, lleno de emociones y mucho más de goles.
Lo del pasado domingo en Tegucigalpa nos devuelve la alegría, que entre tantas cosas que vivimos en Honduras, por un rato podemos desconectarnos gracias al bendito fútbol. Motagua y Real España ya escribieron la primera parte de esta gran final que nos dejará a un nuevo campeón en Honduras.
Y vaya duelo el que vivimos. En una cancha húmeda por la fuerte lluvia que cayó el domingo sobre la capital. Con dos equipos plenos. Con una afición apasionada, colorida, alegre, esperanzada de ver a su equipo levantar la Copa.
En la cancha, pues ya vimos todo lo que pasó, Motagua vapuleó sorpresivamente 3-0 al Real España y dejó el camino abierto para ganar su Copa 18. Del otro lado, una Máquina descarrillada, que aún quiere creer en una épica remontada, pero que sabe que la tarea en el Olímpico no es nada fácil. Losa pesada para los aurinegros ante un Ciclón en plenitud de forma deportiva y física.
Las claves de un Motagua arrollador y sólido
Ahora, les contaré, desde mi perspectiva, las claves que incidieron para que Motagua tomara una ventaja tan amplia en esta final del torneo Clausura de la Liga Nacional. Lo primero, el equipo del Tota Medina sigue mostrando una solidez defensiva brutal. El trabajo que está haciendo su línea de cuatro, compuesta por Decas, Santos, Denil Maldonado y Marcelo Pereira, es casi impecable.
Estos cuatro juegan en sincronía, ordenados, son disciplinados. No regalan un solo centímetro por arriba, abajo, a media altura. La mano de la Tota Medina es evidente, pues la parte defensiva de Motagua es prácticamente intratable. Además, le sumo a Marlon Licona, que se ha convertido en una muralla impenetrable.
Por otro lado, destaco la intensidad con la que juega Motagua. Desde lo físico, el trabajo de Juan Bertani es monumental, pues sus jugadores corren como que si usaran gasolina de avión. Van y vienen. Hacen largos recorridos, soportan la presión.
Pero no puedo dejar de mencionar y desde lo individual, el gran trabajo de tres futbolistas: Roberto Moreira, Ángel Tejeda y Walter Martínez.
El primero, es el 'killer' del equipo de la Tota Medina. Roberto Moreira marcó gol y llegó a 10 en el torneo, a 71 en la historia como jugador extranjero del Motagua, que de paso es el mejor anotador histórico entre los foráneos.
Lo de Moreira es espectacular. Pasa un gran momento y en el duelo semifinal contra Olimpia, donde marcó dos goles y en esta primera final, volvió a ser una figura determinante.
El segundo, Ángel Tejeda. El de San Luis de Zacatales, Cortés, jugó, quizá su mejor partido desde que viste la camiseta de Motagua. Corrió, dio todo, marcó un gol y asistió en dos más. Firmó una tarde memorable.
Tejeda hizo dos asistencias de genio. Obras maestras que hacen diferencia en este tipo de partidos. Con toques precisos, de crak, primero habilitó a Moreira y después al Chino López ¿Y su gol? Un toque a la red, pero que hizo que el estadio completo se cayera a pedazos.
El tercero, un tal "Colocho" Martínez. Artista con la pelota en los pies. Pleno. Se divierte y nos divierte con su fútbol. Pieza clave en el engranaje del técnico argentino Hernán Medina. Lo de Walter es fantástico.
Con este repaso y si Motagua no baja la guardia, sinceramente es complejo que el Real Espala cambie la historia en el estadio Olímpico. Aquí huele a Copa 18. De lejos...
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